El sistema económico de Puerto Rico, al igual que el de Estados Unidos, es el capitalismo. Este sistema está basado en la propiedad privada de los medios de producción y en la libertad del mercado. El precio del producto se controla por la oferta y la demanda al igual que por la calidad del producto y del servicio que brinda el proveedor. Si yo voy a comprar gasolina tengo varias marcas para escoger y ello lo puedo hacer con la más barata o la que sea de mejor calidad y me brinde un mejor servicio.

El socialismo es todo lo contrario. Es la administración de los medios de producción por el estado. El precio del producto lo controla el estado al igual que la calidad del servicio y del producto. No voy a discutir hoy cuál sistema es mejor, ya que como todo en la vida uno tiene sus ventajas y desventajas al igual que el otro, y ello sería objeto de un libro y no de esta reseña.

En el capitalismo quien no ofrezca un buen producto a un buen precio está destinado a la quiebra ya que el consumidor solo tiene que optar por otro proveedor. En el socialismo al ser el estado el único proveedor el consumidor no tiene alternativas. De igual manera el estado tiene el beneficio de invertir sus ganancias en un mejor producto y un mejor servicio. En otras palabras el estado tiene un monopolio que no puede quebrar porque no está compitiendo con otro proveedor.

Puerto Rico tiene el raro privilegio de ser una sociedad capitalista donde el estado tiene algunos monopolios en la prestación de servicios y ha quebrado los mismos. Recordemos el monopolio de la Compañía Telefónica.

¿Por qué esto ocurrió y ocurre?

La contestación es sencilla, la maldita corrupción. No hay ganancias para invertir en mejoras ya que estas se las llevan unos funcionarios sin escrúpulos que se asignan unos salarios y beneficios que superan a los del gobernador. El gobernador, por la complejidad de su trabajo, debería ser quien tenga el mayor salario y los mejores beneficios.

Un monopolio de la producción de un producto o un servicio al estilo socialista no debe quebrar. Una producción capitalista de un buen producto o servicio no debe quebrar. En uno o en el otro, cuando entra la corrupción la quiebra es inevitable. La diferencia estriba que en el monopolio del estado el pueblo no tiene alternativa. En la producción privada pierden los inversores capitalista, no el pueblo.

En resumen, en cuanto al servicio de energía eléctrica en mi querido Puerto Rico, el problema primario no es el Gobierno, no es la Autoridad de Energía Eléctrica, no son las Uniones, no es Luma. El problema es la corrupción que distintos gobiernos han auspiciado por acción u omisión. Dije el problema primario ya que su parte de culpa la comparten también.

Escrito por La Palabra