Dios me ha permitido viajar mucho. Visitar países en cinco continentes, todos con su peculiar belleza e historia. Japón, China y Korea. Argentina, Perú y Colombia. España, Italia y Suiza. Túnez, Egipto, Jordania e Israel. Estados Unidos, México y Cuba entre muchos otros.
La experiencia de ver el acervo cultural de otros países ha sido edificante en mi vida.
El huracán María (septiembre 2017), luego una recurrencia de mi enfermedad (cáncer) y por último la pandemia que causó el virus Covid 19, me han impedido volver a viajar pero a su vez me han permitido dedicarle más tiempo a la familia, a mi trabajo y a terminar mi estudio sobre la llegada del almirante Cristóbal Colón a Puerto Rico (Borinquen, San Juan Bautista).
Paralelo con lo anterior he tenido la oportunidad de volver a leer sobre nuestra historia y admirar las bellezas de Puerto Rico y en particular la historia y las bellezas de mi pueblo, Aguadilla. Escribo viendo nuestras montañas y nuestra bahía, desde la terraza de mi casa.
Pecando de prejuicio puedo asegurar que no hay país como el nuestro, que no hay pueblo como Aguadilla. Nuestra historia, música, poesía, próceres y belleza natural, rivaliza favorablemente con la de los países por mi visitado.
Puedo decir, con toda la autoridad que me da la experiencia:
“Si yo no hubiera nacido en la tierra en que nací, estuviera arrepentido de no haber nacido aquí”.
“Raro prodigio, oculta maravilla, el pan de Dios lo tiene todo el mundo pero el agua de Dios sólo Aguadilla”.