El Credo de los Apóstoles es una declaración dogmática de Fe Cristiana. Hay muchas versiones como la romana, la bizantina, la anglicana, la evangélica, unas más largas que otras pero en esencia son una declaración antiquísima de lo que es la Fe Cristiana. Se cree que su primera versión surgió en el Concilio de Constantinopla en el 381. Con sólo leerlo o recitarlo uno adquiere un conocimiento sucinto y sencillo de en qué consiste ser Cristiano. Recordemos que no sólo los Católicos o los Evangélicos son Cristianos.
Antes la Iglesia era punitiva, ahora predica el perdón, lo cual siempre debió hacer. Ser Cristiano no es ir a misa o a un servicio evangélico, eso es ser religioso. Muchos dicen “yo soy Cristiano”, o sea que cree en Cristo, “pero a mi manera”. Cuando les pregunta cuál es su manera no tienen explicación racional.
El nuevo mandamiento que nos dejó Jesús, no sustituye a los 10 mandamientos que Dios le dió a Moisés en el Monte Sinaí. Simplemente los reúne y sintetiza.
“Amaras a tú Dios sobre todas las cosas”, es algo que no requiere mucha explicación. El amar a Dios es, sobre todas las cosas o sea sobre el dinero, el poder político, la fama terrenal, o cualquier otro dios que muchas veces creamos.
“ Y a tú prójimo como a ti mismo” requiero un poco de explicación pero en realidad es sencillo. Primero tenemos que amarnos a nosotros mismos, lo cual es fácil de entender aunque hay algunos que no saben cómo hacerlo. Es amar tú alma, tú cuerpo, tú yo interior, amar lo que tú eres como tú eres. Si envidias como es o lo que tiene otra persona, no te estás amando a ti mismo. No se trata de conformismo y no aspirar a superarse, es amar lo que uno es hoy y lo que pueda ser mañana superándose pero con trabajo y sin envidia.
En esa misma medida que te amas, amarás a tú prójimo. Esta es la parte que es un poco más complicada. Prójimo no es sólo tú familia y tus amigos, es también el que no conoces, el que te hizo daño, el de dudosa reputación, el deambulante, el criminal, en fin es cualquier individuo. A estos hay que amarlos en la misma medida que nos amamos a nosotros mismo.
Como somos seres imperfectos esta parte se hace más difícil pero en la medida que honestamente tratamos vamos alcanzando la superación de podernos llamar Cristianos. Pedir perdón a Dios cuando no amamos a nuestro prójimo y arrepentirnos, es indispensable. Rezar o leer el Credo de los Apóstoles y el nuevo mandamiento que nos dejó Jesús todos los días no nos hará daño y si será de gran ayuda para entender y practicar lo que es ser Cristiano.