La crisis que el maldito Coronavirus (COVID-19) ha generado a nivel mundial es alarmante. Me preocupa que todavía no se haya creado consciencia de sus terribles consecuencias. Hay que admitir que no se sabe, con absoluta certeza, todos los detalles de este virus y admitir además que en Puerto Rico, como en el resto del mundo, no estábamos preparados para esta crisis.
No debe imperar la histeria pero tampoco la dejadez, este virus es un asunto muy serio y de muchas y graves consecuencias. Un peligro silente lo es que jóvenes que pueden estar contagiados no muestran los síntomas pero si pueden infectar a sus padres y abuelos y ello puede ser fatal.
La cancelación de las clases y de los trabajos no representa días de vacaciones para irse de fiesta con los amigos, debe ser una cuarentena voluntaria para salvar vidas.
Bajo ninguna circunstancia el tema del Coronavirus se debe politizar, hay que apoyar al gobierno estatal y al gobierno municipal, en las directrices que impongan, independientemente del partido al que pertenezcan. Sigamos el ejemplo del pueblo de Italia, un país con más de 60 millones de habitantes y uno de los países más divido por una pluralidad de partidos políticos. El gobierno, aunque tarde, ordenó el cierre total del país y el pueblo se unió en cumplimiento y en optimismo de que juntos conjurarán la crisis.
Disfrutemos en comunión familiar de nuestros hogares y clamemos a Dios con mucha oración.