Llegar a viejo es, algo más que una cabellera blanca. Es saber que tenemos la sabiduría de los años vividos. Es saber que pasamos de hacer a aconsejar.
Llegar a viejo es, la alegría de oír cuando nos llaman abuelo y aceptar que ya no oímos tantos papi.
Llegar a viejo es, aceptar que somos más sabios para nuestros nietos que para nuestros hijos aún cuando la sabiduría que nos han dado los años ellos todavía no la alcanzan.
Llegar a viejo es, tener el tiempo para sentir la nostalgia por el recuerdo de tiempos vividos. Es saber que familiares y amigos ya no están con nosotros. Es saber que las costumbres han cambiado.
Llegar a viejo es, aceptar que la música de la juventud de hoy no la entendemos y la juventud no gusta de la música de nuestra juventud. Gran diferencia entre un bolero y el reguetón.
Llegar a viejo es, saber ponerse viejo. Es saber lo que podemos y debemos hacer. Es envejecer con dignidad y siempre ganándonos el respeto, el amor y el cariño de nuestra familia y amigos.
Llegar a viejo es, la transición de labrar nuestro camino con un pico y una pala a labrar nuestro camino con una pluma y un papel. Lo que no se escribe se olvida.
Llegar a viejo es, saber dar gracias a Dios que nos ha permitido llegar a viejo siendo útiles a nuestra familia y a la sociedad. Es saber que la salvación el día de nuestra muerte, que cada día está más cerca, reside en amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Llegar a viejo es, ser feliz porque somos viejos.
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