El sistema de Justicia de los Estados Unidos recibió un golpe de graves consecuencias y de mucha repercusión. El Presidente de los Estados Unidos ha intervenido en la recomendación que unos fiscales federales hicieron de la sentencia que se le debe imponer a un amigo de él que fue encontrado culpable, por un jurado federal, de varios delitos. Los cuatro fiscales federales renunciaron en protesta por la actuación del Presidente Donald Trump.

Los Fiscales de Distritos Federales son nombrados por el Presidente y están adscritos al Departamento de Justicia Federal que es una agencia del gobierno que dirige, en última instancia, el Presidente. Cuando el Presidente se defiende de la crítica que ha generado su actuación y dice que él tiene, como Presidente, el derecho a intervenir en las investigaciones y en los procedimientos del Departamento de Justicia, tiene razón.

El problema no es si Trump tiene el derecho a intervenir con el Departamento de Justicia Federal. El problema es si él debe, en el descargo de sus prerrogativas, intervenir con un procedimiento judicial no con el propósito de hacer justicia y si con el propósito de ayudar a un amigo. O sea no es lo que hizo y si porque lo hizo.

No creo que sea el primer Presidente en intervenir para favorecer a un amigo, pero eso no lo hace legal o más propiamente no lo hace moral. Cito a Luis Muñoz Marín, “podrá ser legal pero es inmoral”.

El problema de este Presidente es que vive embriagado de poder y se considera estar por encima de la Ley e infalible.

Trump, como Presidente, ha criticado a jueces sólo porque han hecho determinaciones en su contra. Ello era de esperarse luego de haber dicho que él podía matar a alguien y no tendría consecuencias.

Lo más vergonzoso es que, en las concentraciones políticas que él frecuentemente hace, miles de ciudadanos americanos  aplauden sus actuaciones. Igual ocurrió con Hitler en Alemania. El consuelo o la esperanza es que sea derrotado en noviembre de este año.

Incomprensible para mi es ver como un Presidente que abiertamente a dicho que se opone a que Puerto Rico sea un Estado, que obstruye la ayuda económica que tanto necesitamos y a la cual tenemos derecho y que secuestró el Partido Republicano para convertirlo en un culto a su persona con un discurso de narcisismo crónico, hay puertorriqueños que por el solo hecho que se consideran ser republicanos le admiran y adulan.

La historia juzgará al presidente Donald Trump y no lo absolverá.

 

Escrito por La Palabra