Ay Bendito, es la frase por la cual se conoce e identifica al pueblo puertorriqueño. Inmortalizada por el excelso compositor aguadillano Rafael Hernández en su “ Esos no son de aquí”. Es una frase nuestra que denota pesar y frustración. Cuando inadvertidamente la usamos fuera de Puerto Rico casi siempre nos dicen “ Tú eres boricua”.
Lo que ocurre hoy en nuestra amada isla es acreedor de un gran ! Ay Bendito!
El desastre económico, Irma y María, la sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos sobre la legalidad del Estado Libre Asociado, las acciones del Congreso de los Estados Unidos en detrimento de Puerto Rico, las acciones de los presidentes Obama y Trump,también en detrimento nuestro y por último la Junta de Supervisión Fiscal, nos llevan a gritar ! AY BENDITO!
Pesar y frustración que lamentablemente no todos comparten. Los largos años de colonia nos han llevado a un estado de conformismo que llevan a muchos a aceptar nuestros pesares, a no atreverse a gritar ! Basta Ya ! y no ! Ay Bendito! .
En los próximos cinco años se estima que la ayuda del gobierno federal a Puerto Rico será de $70,000,000.00. Setenta mil millones es, por mucho, una cantidad superior al presupuesto de muchos países. Ello es loable y está muy bien que recibamos la misma, mucha falta que nos hace.
El problema reside en que vemos la asignación federal como una dádiva, no como un derecho. Somos ciudadanos americanos y nuestra sangre ha sido derramada en todas las guerras de Estados Unidos desde que fuimos invadidos en el 1898. La aportación puertorriqueña a la cultura, el gobierno y la economía de Estados Unidos es superlativa. La ayuda federal no es un regalo, es un derecho harto ganado. Dicha ayuda, aunque sumamente necesaria, no justifica los vejámenes que nos infligen porque seguimos siendo una colonia. No podemos permitir que la dignidad de los puertorriqueños sea lacerada por unos prepotentes de Washington y unos arrodillados de Puerto Rico, siendo más vergonzosos los segundos que los primeros.
La Junta de Supervisión Fiscal ha sido la última estocada estentórea a la colonia y para echarle sal a la herida hay puertorriqueños en ella. Conjugación perfecta de prepotentes y arrodillados.
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