El huracán María fue implacable con Puerto Rico, no perdonó un solo rincón de nuestra Isla. Escribo estas palabras sin fecha cierta de cuando las podré publicar. Estamos sin internet uno de los servicios modernos pero de igual manera sin servicio de agua uno de los servicios mas antiguos. Para mis nietos el no tener internet ni celular es la crisis más grave en sus cortas vidas.

De María se aprendió o al menos nos enseñó, recordando que no todo lo que nos enseñan lo aprendemos, lo frágil que es la vida. No somos invencibles lejos de ello somos vulnerables. Se perdieron vidas, propiedades, negocios. Todo lo que tan común mente llamamos el diario vivir, colapsó en un día.

De pronto nos dimos cuenta que tenemos vecinos, que sienten y padecen igual que nosotros y que hoy nos encontramos ayudando o ellos ayudándonos. Nos percatamos que el agua es el preciado líquido, sin el cual no hay vida, que a diario desperdiciamos. Realizamos que la gasolina es una necesidad. No tenemos conciencia que es el producto que por más factores puede escasear. Que el hielo es un lujo que hoy apreciamos.

Que nos preocupamos por las noticias del demente que preside en Corea del Norte y hoy no tenemos noticias de nuestros hijos, padres o hermanos que viven en el pueblo vecino.

Mi padre decía que la gente se acordaba de Santa Bárbara cuando tronaba. El huracán María nos hizo recordar qué hay un Dios todo poderoso que calma las aguas en la tormenta. Es el mismo Dios del cual nos olvidamos cuando pasa la tormenta.
María pasará, nuestro pueblo se recuperará, las lecciones aprendidas o recordadas se olvidarán. Decimos todo se olvida todo pasa pero nos olvidamos, como dijo Bueza, que en la cenizas hay veces que nos sorprende una brasa.

Las comodidades son buenas pero hay ocaciones que se pierden. Enseñar y aprender lo que es vivir momentos de carencia y necesidad es una gran lección que debemos procurar aprendan y no olviden nuestros hijos. Es un grano de arena para forjar un mejor pueblo, un mejor Puerto Rico.

Valoremos el internet pero también el agua. Valoremos la gasolina pero también al vecino.

Dediquemos tiempo a saber como está el mundo pero más tiempo a saber cómo están nuestros hijos, padres y hermanos. Todo en la vida se puede perder pero nunca perdamos la fe en nosotros mismo, la cual emana de nuestra fe en Dios.

Escrito por La Palabra