Israel Roldán Blas era un personaje extraordinario, fue modelo en mi vida y con los años aprendí que fue modelo de superación para muchos. De él aprendí el amor por Aguadilla, La Villa del Ojo, la tierra que al pisar Cristobal Colón trajo la cristiandad y la civilización europea a nuestra isla. De él aprendí que nacer en Aguadilla era un privilegio.

Mi padre tenía una voz grave y estentórea con la cual disfrutaba declamar las poesías de José de Diego, José de Jesús Esteves y José Agustín Aponte, los tres Pepes aguadillanos, en sus tertulias y bohemias.

Su amor por nuestra cultura e historia fueron enseñanzas indelebles en mi vida. El me guió en mis primeras aventuras en el deporte amado, Béisbol. De él aprendí que lo importante no era que esperar de nuestros amigos y si que le podemos dar a nuestros amigos. El siempre fue con todos el amigo aunque no todos le correspondieron.

Mi amor por Aguadilla, el Béisbol y la amistad fueron su herencia.

Su amor y orgullo por su familia, especialmente por mi madre, era tema obligado en toda conversación.
En un poema que escribió dijo, “ mis hijos son la prolongación de mi existencia”.

Si mis hijos sienten el compromiso que representa ser la prolongación de mi existencia, como yo sentí ser la prolongación de la existencia de mi padre, cuando llegue el momento de mi partida inevitable tendré la tranquilidad de saber que no viví en vano.

Escrito por La Palabra