Dennis Martínez, el mejor jugador de béisbol de Nicaragua, era conocido como el Presidente. Se ganó el apodo por su destreza como lanzador, el cariño y el respeto que le profería el pueblo nicaragüense y el pueblo americano. O sea que se puede llamar presidente a alguien que sea querido y admirado por su pueblo y fanaticada.

Donald Trump, a quién hay que llamarlo presidente porque ganó la mayoría de los votos del complejo sistema democrático de Estados Unidos (el Colegio Electoral) aunque Hilary Clinton obtuvo la mayoría del voto popular, se le reconoce como el presidente más controversial, divisivo y repudiado que hemos tenido en los últimos 100 años. Hay historiadores que aseguran Trump será recordado cómo el peor presidente en la historia de Estados Unidos, destronando de dicho título a James Buchanan (1857-1861).

El presidente Trump le hace culto solo a la mentira. Se considera infalible y es el epítome de la preponderancia y narcisismo. Lo increíble es que tiene un número considerable de seguidores que aprueban y aplauden sus locuras e imprudencias. Trump dijo que él podía pararse en la Quinta Avenida de New York, entrarle a tiros a alguien y aún así no perdería apoyo. Lo grave es que cuando lo dijo lo vitorearon.

Hay esperanza para Estados Unidos y para el Partido Republicano? La respuesta es si, sólo tenemos que estudiar la historia, ser vocales, ser activos y tener fe, mucha fe.

Estados Unidos no es Donald Trump. Estados Unidos es Washington, Jefferson, Lincoln, Roosevelt, Kennedy y muchos otros. El Partido Republicano no es Donald Trump. El Partido Republicano es Lincoln, Eisenhower, Reagan y muchos otros. En cuanto a las focas que le aplauden, los aduladores y los cobardes que no se atreven denunciarlo, recordemos los millones que en Alemania aplaudían a Hitler, en Italia a Mussolini y en España a Franco, sin olvidarnos de los aplausos a Trujillo, Batista, Somoza y Pinochet, entre otros, de Las Américas.

No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista.

Escrito por La Palabra